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La exposición empieza con documentación relativa a la presentación en Barcelona de la muestra Pintura americana contemporánea en las colecciones del MOMA de Nueva York que tuvo lugar en el Palacio de la Virreina en 1955, en el contexto de la II Bienal Hispanoamericana de Arte. Dicha exposición formaba parte de los intercambios diplomáticos y culturales entre Estados Unidos y la España franquista que descubría el arte abstracto y su utilidad en política exterior. La presencia de obras de los principales representantes del expresionismo americano consolidó el informalismo pictórico catalán, entroncando con las corrientes abstractas internacionales. Así, en este espacio se presentaron telas de Clyfford Still, Morris Louis, Robert Motherwell, Ad Reinhard, Philip Guston y Franz Kline, junto con obras informalistas de Joan Hernández Pijuan, Albert Ràfols Casamada, Modest Cuixart, y otras matéricas de Antoni Tàpies. Asimismo, Saura y Millares se vinculan al trazo poderoso de Kline y Motherwell. Completan este momento de investigación abstracta las esculturas de Jorge Oteiza y Eduardo Chillida.

Al mismo tiempo, en otras latitudes europeas, otros artistas iniciaban investigaciones de carácter muy distinto. En 1956 el holandés Constant comenzó el proyecto New Babylon, última expresión global del pensamiento utópico. Junto con los miembros de la Internacional Letrista y, más adelante, de la Internacional Situacionista, liderados por Guy Debord, proponían una nueva revolución contra el consumismo, el urbanismo moderno y las convenciones. Recuperando el interés por la experimentación de los primeros constructivistas, Constant trabajó con nuevos materiales, pero, sobre todo, desarrolló un proyecto ideológico en torno a una nueva forma de vivir, de relacionarnos. New Babylon sería una construcción desarrollada por los propios habitantes, en base a relaciones de juego y de placer que debían organizar su vida, en contraposición a las planificaciones funcionales del movimiento moderno. Años más tarde, el arte pop recuperaría parte de aquel espíritu como queda evidenciado en las obras de Oyvind Fahlström Night Music 4 y Mao-Hope March.

La ciudad se convierte en escenario del beneficio especulativo a principios de la década de 1970. En City Slivers (1971-1976) Gordon Matta-Clark presenta un ejemplo, lúcido y amargo, de la transformación que ha experimentado la ciudad, desde el espíritu de liberación propio de los años sesenta hasta los setenta, cuando la vemos transformada en máquina productiva.

En paralelo, una nueva generación de artistas inicia la huida del entorno urbano y propone el uso del paisaje como soporte de su trabajo. Robert Smithson teoriza sobre la distancia existente entre el lugar (site) y el no-lugar (non-site), en referencia precisamente a la concreción de la naturaleza y a la abstracción del espacio de exposición (la galería, el cubo blanco, etc.). Su película Spiral Jetty (1970) muestra uno de sus trabajos más importantes en este sentido, donde rechaza el espacio arquitectónico. Habla de otro tiempo que la obra es capaz de construir, de otra relación entre la linealidad de la historia y la constante transformación de la energía que necesita el universo.

Fuera del espacio de exposición convencional y de la ciudad, la naturaleza ofrecía materiales y dimensiones no habituales. Lawrence Weiner hizo una aportación capital al mundo del arte cuando declaró, en 1968, que «la obra no tiene por qué ser construida», con lo que otorgaba al receptor de la obra un papel fundamental, al ofrecerle la opción de decidir «la condición de la misma en el momento de recibirla». El artista no tardó en darse cuenta de que la formulación lingüística de la acción podía sustituir al propio hecho de la acción, siendo el receptor quien puede ejecutarla, como se ejemplifica en la obra Some objects of desire (2004).

La colisión entre naturaleza y cultura es uno de los ejes de la obra de Lothar Baumgarten desde finales de la década de 1960. La serie Montaigne (La gran sabana), Venezuela (1977-1985) constituye una crítica a la pretensión de realismo de la fotografía mediante la inserción de colores y palabras en los paspartús de las obras, como indicio de todo aquello (sabores, olores, temperaturas, etc.) que la fotografía nunca puede llegar a transmitir. El dibujo mural Salto (Pipa Cornuta) (1977) muestra la imagen de una cascada formada por los nombres de los ríos de la región en su lengua original, topónimos que son el reducto en el que perviven las lenguas en proceso de extinción.

En un escenario más cercano, la década de 1970 ve aparecer un nuevo racionalismo contenido, próximo al cálculo y a la matemática, que halla ejemplos paradigmáticos en las obras de Pablo Palazuelo y, más adelante, de Soledad Sevilla o Chancho. La expresividad retrocede ante la línea y la geometría pura. Gego, en Venezuela, recuperará una sensibilidad más orgánica y descorporeizada.

En contraste con este apartado de la exposición, se presenta la figuración del arte pop europeo. Heredero del espíritu de New Babylon, el pop que se produce en Europa denuncia la sociedad de consumo y la manipulación de los medios de comunicación de masas. Richard Hamilton es una de sus figuras clave. Atraído por la figura de Marcel Duchamp, desde 1963 pasa largas temporadas en Cadaqués. Este artista es esencial para comprender el desarrollo de la Galería Cadaqués, pequeño reducto de la vanguardia de los años sesenta y setenta, donde conectaron el arte catalán y las vanguardias de principios de siglo, a través de la presencia de Duchamp, Dalí, Cage, etc. Entre las obras que su impulsor, Lanfranco Bombelli, ha legado al museo, se encuentran algunas tan significativas como las Collaborations of Ch. Rotham, realizadas por Richard Hamilton y Dieter Roth en 1976.

Hamilton y los artistas pop jugaron un importante papel en el desarrollo de la obra de artistas catalanes como Joan Rabascall, Jaume Xifra, Benet Rossell y Miralda. Algunos de ellos viajaron a Londres y conocieron a Hamilton y a Alloway. Más tarde coincidirían en París y realizarían trabajos conjuntos, como Ceremonials, en paralelo a su desarrollo individual.

El reportaje que Colita realizó sobre el recorrido nocturno del artista Joan Brossa por sus sitios favoritos de Barcelona, en el contexto de la celebración de la “Fiesta de la Letra” de 1979, precede a las imágenes de la ciudad según la visión de artistas como Jean-Marc Bustamente, Craigie Horsfield o Manolo Laguillo.

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