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Mercantilización de la obra
La brutalidad de los accidentes, la pena de muerte,
el consumo, los iconos ideológicos como el símbolo
del dólar o la hoz y el martillo, los iconos mediáticos
Marylin Monroe, Elvis Presley, etc., son temas recurrentes
en la pintura de Andy Warhol, que adoptó una posición de
ambivalencia entre la cultura de masas y la de élite por la ambigüedad
con que manipulaba y explotaba las imágenes de la sociedad de consumo.
Así, a pesar de las implicaciones conceptuales y críticas
de una parte de su repertorio (no pueden sino recordarse, por ejemplo,
sus Oxidation Paintings), el tratamiento que Warhol daba a estas
imágenes puede provocar algún desconcierto en lo relativo
a su interpretación ideológica. Ello es debido a diferentes
mecanismos. Uno de ellos consiste en la descontextualización de
estas imágenes, que dejan de ser fotografías aparecidas
en los medios de comunicación y adquieren la condición de
obras de arte, al ser ubicadas en un museo. Warhol cancela la pérdida
de sensibilidad del espectador ante la reproducción masiva de imágenes
de contenido dramático en los medios de comunicación, precisamente
restaurando su condición de fetiches, como obras de arte en este
caso.
Otro de estos mecanismos sería la repetición del icono,
que se produce en el espacio al aparecer el mismo tema en una serie
de obras o secuencialmente en una misma pieza. Este mecanismo de
repetición actúa como factor de fetichización de
la imagen mediante su vaciado ideológico. En el caso de Hammer
and Sickle (1976), un icono de referencias políticas evidentes
como la hoz y el martillo se convierte en una imagen espectacular que
diluye su efecto simbólico, pero que al mismo tiempo, haciendo
un uso inteligente de los convencionalismos que rigen la visión
en el mundo contemporáneo, también se sitúa en el
terreno dialéctico de la memoria y de la historia.
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Andy Warhol, Hammer and Sickle,
1976
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